D. Quique Roig, Viceconsiliario: “Estoy a disposición de todo el mundo para acompañar a Juniors y al Consiliario en todo lo que sea necesario”
El sacerdote, que también es secretario personal del Arzobispo de Valencia, monseñor Enrique Benavent, contesta a nuestras preguntas
“Aunque el fruto no se vea en una generación o en la siguiente, con el paso de los años eso que se ha sembrado en el corazón de ese niño dará su fruto”, asegura
Juniors M.D. cuenta desde hace poco con un nuevo Viceconsiliario Diocesano. El joven sacerdote D. Quique Roig, natural de Guadassuar, ha sido el elegido por el Arzobispado de Valencia para ayudar en su labor espiritual al Consiliario Diocesano, D. Domingo Pacheco, quien ocupa el cargo desde mediados de 2020.
Quique Roig fue ordenado sacerdote el 28 de junio de 2020 y actualmente es, además de Viceconsiliario Diocesano de Juniors M.D., secretario de monseñor Enrique Benavent, Arzobispo de Valencia. En esta entrevista lo conocemos un poco más y le preguntamos por sus inquietudes y motivaciones.
– ¿Cómo recibiste este nombramiento como Viceconsiliario Diocesano?
Con mucha alegría y, sobre todo, con mucha disponibilidad. Supone reencontrarme con la realidad pastoral de la Diócesis, que es algo que en la vida de un secretario de Arzobispo se echa de menos. Al final nuestra vocación es ser pastores, así que estoy a disposición de todo el mundo para acompañar a Juniors y al Consiliario, Domingo Pacheco, en todo lo que sea necesario.
– ¿Cuál es tu cometido? ¿Ya has empezado a desarrollar esas tareas?
El Viceconsiliario está para ser un apoyo y una ayuda directa del Consiliario Diocesano, que al final es el que tiene toda la responsabilidad sobre la dimensión de fe y pastoral del Movimiento. En mi caso, Domingo ha querido que sobre mí haya una vinculación muy directa con JEA y con los cursos que se llevan a cabo. Esta es una parte muy importante de Juniors, porque es la que hace posible que el Movimiento continúe y mire hacia el futuro. Estoy en contacto con el Equipo Directivo de la escuela y con María Gascó, la directora. Estoy acompañándolos, preparando el intensivo de Semana Santa y viendo cómo queremos que desde JEA los Educadores que se están formando tengan no solo la formación adecuada a nivel técnico, sino una formación que facilite un crecimiento en la fe y una experiencia de encuentro con Jesús. A pesar de que ya no son niños, están llamados y están necesitados de tener un camino de fe.
¿Qué importancia tiene la figura del Consiliario en un Movimiento como Juniors M.D.?
El Consiliario tiene una labor muy importante, pues su presencia, su trabajo y su capacidad de acoger, acompañar y estar sosteniendo el Centro hace que recuerde el sentido de existir de Juniors, porque Juniors es una realidad diocesana. ¿Y cuál es el objetivo que quiere alcanzar Juniors al servicio de la Iglesia y de la Diócesis? Porque la realidad y el carácter de Juniors hace que en muchos momentos haya un riesgo de que el sentido evangelizador se diluya. El Consiliario tiene una labor fundamental, porque el sacerdote nos devuelve a la esencia, al sentido de existir. No existimos solo para la educación en el tiempo libre, existimos para la educación en la fe. Y en cada actividad que se lleva a cabo, en cada trabajo, tiene que haber un sustrato, el sustrato del Evangelio. Y es misión del Consiliario recordarlo y hacerlo presente en cada momento.
– ¿Cómo es trabajar con D. Domingo? ¿Cómo te ha acogido?
Domingo y yo nos conocemos desde el Seminario, siempre hemos mantenido una relación muy buena y desde esa relación próxima intentamos complementarnos. Domingo es una persona muy abierta, acoge todo lo que le propones. Y tenemos formas de trabajar complementarias. Él es muy resolutivo y yo soy más perfeccionista. Él es muy capaz de delegar y a mí me gusta hacer seguimiento. Por eso creo que nos complementamos y para Juniors creo que puede ser una buena oportunidad para que entre los dos llevemos a cabo toda la gran labor de acompañar en la fe al Movimiento, que no es fácil. Es una suerte poder trabajar con Domingo, sobre todo porque es una persona que tiene gran disposición y gran capacidad de acogida, así que hace sencillo el trabajo.
– ¿Y cómo apareció Juniors M.D. en tu vida? ¿Qué conocimientos tenías de Movimiento antes de asumir este cargo?
Yo conocí Juniors M.D. porque formaba parte de un movimiento juvenil parroquial y necesitábamos formación, así que recurrimos a Juniors y solicitamos un curso de Monitor de Tiempo Libre (antiguo MAT). Juniors nos puso todas las facilidades. Vinieron a mi pueblo, Guadassuar, hicimos el curso unas 20 personas y ahí fui descubriendo el Movimiento y su gente. Desde entonces nunca he dejado de estar relacionado con Juniors. Primero a través del MTL, después siendo seminarista y posteriormente en JEA hice el DAT (curso de Director de Actividades de Tiempo Libre). Después, siendo diácono, llegué a la parroquia de la Asunción de Torrent, donde había un gran Centro Juniors. Cuando me ordené sacerdote, mi primer destino fue Villar del Arzobispo, donde también había un Centro Juniors, La Paz, y fui su Consiliario durante esa etapa. Desde que tenía 16 años tengo una relación cercana con la gente de Juniors.
– El sábado 11 de noviembre celebramos nuestro 40 aniversario a lo grande reuniendo a más de 8.000 personas. ¿Cómo viviste aquello?
Juniors es un gran recurso, una gran herramienta de evangelización. Ese día todos fuimos conscientes de que el Movimiento tiene un gran potencial, una gran capacidad de convocatoria. Está valorado socialmente como un Movimiento que acompaña y educa a los niños y a los jóvenes y que es admirado positivamente por todas las instituciones, especialmente por la Iglesia Diocesana. La imagen de miles de niños y Educadores en la Eucaristía de aquel día fue un golpe para recordarnos el gran potencial de Juniors y cómo, trabajando como lo está haciendo, puede ser una gran herramienta para anunciar el Evangelio de Jesucristo.
– Ahora que has comenzado a conocernos desde dentro, ¿qué es lo que más te gusta y lo que crees que se puede mejorar?
De Juniors destacaría que es una familia y eso creo que toda la gente que conoce Juniors lo sabe. Esa experiencia de familiaridad y de gente que trabaja y se entrega de forma desinteresada es signo de que la forma de trabajar de la Iglesia contagia y, de alguna forma, hace que todos nos sintamos llamados a esa misión común.
Además, considero que Juniors tiene, como valor positivo, que está en constante renovación. Desde que hice el MTL hasta ahora se ha renovado por completo. Las generaciones continúan pasando y el Movimiento continúa renovándose. Eso demuestra que Juniors tiene el futuro asegurado y que está trabajando como toca en muchos aspectos.
¿Qué crees que habría que mejorar?
En Juniors hay un riesgo, pues la forma de vivir y los valores del mundo secularizado de hoy y, sobre todo, la visión del Movimiento como algo meramente divertido y de ocio le pueden hacer perder la esencia. Juniors sin el Evangelio y sin la conciencia de ser una Iglesia en misión no tiene motivo de existir. Y creo que en muchos momentos Juniors, como vive en la realidad del mundo y de la juventud de hoy, corre el riesgo de perder esa esencia. Por tanto, no se puede olvidar que el trabajo va siempre conducido hacia la evangelización. Por otra parte, Juniors tiene un gran poder de improvisación y creo que a veces abusamos de improvisación. Debemos preparar mucho las cosas y tenemos que trabajar muy bien, porque el mundo y los niños y las familias de hoy son muy exigentes.
– ¿Cómo decidiste que querías ser sacerdote? ¿Qué fue lo que te hizo ver que esa era tu vocación?
Decidí que quería ser sacerdote a raíz de la Jornada Mundial de la Juventud de 2011 en Madrid. Yo vivía la fe en mi parroquia, en el movimiento juvenil parroquial, y estaba implicado en muchas actividades parroquiales. Pero allí descubrí la universalidad de la Iglesia, cómo la Iglesia es tan grande, tan diversa, cómo abarca tantos países y cómo el Evangelio había llegado a tantos jóvenes de todo el mundo y tantos jóvenes habían reconocido en Jesucristo al hijo de Dios. Para mí eso fue un golpe que hizo que me planteara muchas cosas y que resonara en mi corazón la posibilidad de ser sacerdote. Yo empecé a estudiar en la Universidad de Valencia Derecho y Ciencias Políticas y cuando llevaba dos años decidí que tenía que hacer una opción por, al menos, discernir si nuestro Señor me estaba llamando al sacerdocio. Desde la JMJ hasta que tomé la decisión pasaron dos cursos. Fue un proceso de ir discerniendo, de ir buscando, de hacerme muchas preguntas, de tener muchos momentos de plegaria en los que le preguntaba a Dios qué quería de mí. Yo le pedía que me diera una señal, un signo de que quería que fuera sacerdote. Y un día me di cuenta de que el gran signo era que yo todos los días me estaba repitiendo la misma pregunta. Y eso era porque Dios en mi corazón había puesto esa inquietud y yo debía responder a esa inquietud. Al final entré en el Seminario y hasta hoy ha sido un regalo.
– Cuéntanos un poco tu trayectoria desde tu ordenación.
Fui párroco de la parroquia de Villar del Arzobispo y capellán de las Carmelitas Descalzas de este pueblo. Allí estuve dos años y medio en los que fui tremendamente feliz, porque mi vocación es muy pastoral, pero D. Enrique, cuando llegó a Valencia, me propuso que fuera su secretario para prestar ese servicio a la Iglesia. Y ahora eso se ha complementado con el nombramiento como Viceconsiliario de Juniors.
– ¿En qué consiste tu trabajo como secretario del Arzobispo?
Es el que conecta muchas realidades diocesanas, especialmente entre los sacerdotes y también entre otras realidades institucionales, con el Arzobispo. Además, es la persona que lleva la agenda, que se hace cargo de las gestiones del día a día en la oficina particular del Arzobispo. Luego hay una dimensión de convivencia, de acompañar a D. Enrique a los sitios, preparar las celebraciones de la liturgia, compartir momentos de organizar cosas… Al final, es la persona próxima y con la que comparte el día a día.
– A veces el trabajo de los Educadores y Educadoras es pesado, porque surgen obstáculos que nos hacen pensar en tirar la toalla. ¿De qué forma les animarías a no desfallecer?
Una de las grandes tentaciones es tirar la toalla porque no conseguimos nuestros objetivos. Eso es reducir la acción de Dios a nuestras propias composiciones y previsiones. Juniors tiene una tarea de formación y acompañamiento y de crecimiento en la fe de los niños y jóvenes. La formación de los Educadores debe ser exigente, pero no podemos regirnos por nuestras previsiones. No podemos pensar siempre en las cifras, en los resultados obvios, sino que nuestra labor recuerda siempre a la parábola del sembrador. Nosotros sembramos y hay semillas que caen en tierra sin consistencia y no pueden dar fruto; pero otras, con el paso del tiempo, darán fruto y puede que muy abundante. El peligro es que pensemos el resultado de las acciones desde un punto de vista triunfalista.
No solo estamos cumpliendo nuestra función cuando todo sale como está previsto y como esperamos. En muchos momentos nuestro trabajo dará fruto a lo largo del tiempo, educará en valores cristianos, hará descubrir la presencia de Dios en la vida de una persona. Y en algunos momentos puede que las personas estén más alejadas o más indiferentes a esa realidad y esa forma de vida, pero tarde o temprano dará muchos frutos. Aunque el fruto no se vea en una generación o en la siguiente, con el paso de los años eso que se ha sembrado en el corazón de ese niño dará su fruto.
Nuestro testimonio puede animar a muchas personas que vienen detrás de nosotros a hacerse la pregunta de si vale la pena ofrecer ese servicio diocesano al Movimiento y al mismo tiempo hace que esas personas quieran transmitir aquello que han conocido y han vivido. En Juniors hay un gran trabajo de continuación, de ir encadenando generaciones y generaciones de Educadores y niños que con el paso del tiempo crecen y acogen en ellos la responsabilidad que han visto en los demás. Es muy importante que nos demos cuenta de que Juniors tiene esa capacidad de vincular, desde la experiencia y también desde la afectividad, porque en Juniors nos sentimos queridos, nos sentimos cuidados, y desde ahí queremos que los niños vivan también esa experiencia de darse a los demás de manera gratuita.
– ¿Qué le dirías a la gente joven creyente que no se a acerca a la Iglesia y a Juniors M.D. por el miedo al qué dirán?
Cuando vivimos la experiencia de la fe hay un deseo de encuentro con Dios. Juniors es una oportunidad y una puerta abierta a las generaciones de jóvenes de la Archidiócesis de Valencia, no solo para conocer a Dios sino para conocer un rostro de la Iglesia que es esperanzador. Juniors trabaja con la infancia y la juventud y siempre mira hacia el futuro. El gran anuncio de Juniors es que hay una forma de vida distinta y que se puede entender la vida desde la perspectiva de la fe y siempre orientándola hacia el servicio y la entrega y eso nos recompensa. Primero porque nuestra vida tiene sentido desde la fe, porque eso supone vivir con alegría y esperanza el mensaje del Evangelio de Jesucristo; y segundo porque al fin y al cabo la Iglesia es una casa con muchas puertas siempre abiertas. Una de esas puertas es Juniors. Todos los que estamos bautizados estamos llamados a vivir la fe. Nos ofrece un estilo de vida que nos enseña a vivir en muchos momentos sirviendo, pero también desde la diversión, la alegría y desde el saber que la vida cristiana de un joven de hoy no es una vida alejada del mundo. Podemos ser cristianos en el mundo de hoy, ser jóvenes, vivir la vida y disfrutarla sin olvidar que eso no nos puede llevar a una vida vacía. La llamada es a vivirla desde la fe.
La fe no supone renunciar a divertirse, al contrario. La fe es un camino a la felicidad. La fe nos propone una forma de vida que nos hace verdaderamente felices. El riesgo de nuestro mundo es que nos ofrece una felicidad que pasa, que no perdura, que se agota; y Juniors nos ayuda a comprender y a vivir que la fe nos hace verdaderamente felices, que el encuentro con Jesucristo es lo que nos dará la verdadera felicidad.
– ¿Te gustaría añadir algo?
Me pongo a disposición del Movimiento. Mi labor como Consiliario consiste en estar, acompañar, estar disponible, porque a través de los sacerdotes que acompañamos en Juniors se pueda tener esa experiencia de vida de fe.
El Consiliario en Juniors M.D.
El Consiliario es el sacerdote que participa en el Movimiento y que contribuye a alimentar la vida espiritual y la misión evangelizadora de los Juniors, al mismo tiempo que promueve la unidad dentro del Movimiento con el resto de la Iglesia. En su figura recae la responsabilidad de nutrir la vida espiritual de los miembros mediante la celebración de los sacramentos, especialmente a través de la Eucaristía y de la celebración de la Penitencia. También se encarga de valorar los carismas de cada niño y cada joven y sus cualidades, procurando su enriquecimiento en beneficio de la comunidad eclesial.
Asimismo, es Educador en la fe y, por lo tanto, el máximo responsable de la formación de cada uno de sus Educadores. Sin embargo, como se especifica en el Libro de Rasgos de Identidad, la tarea del Consiliario no se agota en la vida de los grupos: “Es necesario que establezca una relación personal y continua con cada uno de los miembros del Centro Juniors”.
En definitiva, como sacerdote acompaña al Juniors en el camino de su crecimiento humano y espiritual y le ayuda a discernir su vocación. Lo sostiene con consejo, con su oración y con el ejercicio de su ministerio pastoral.